
Las Tecnologías de la Información y Comunicación:
Un encuentro de dos mundos
Un encuentro de dos mundos
En la actualidad es frecuente ver cómo la ficción es velozmente superada por la realidad. Gracias a la inmediatez que distingue a los medios electrónicos y digitales, somos testigos de las noticias en el momento mismo en que suceden, sin importar qué tan lejos nos encontremos del lugar de los hechos. Los avances del desarrollo tecnológico y científico simbolizan el acceso a la información inmediata, directa y fácil de consultar. (Sisk, 2001)
El uso de las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) permiten a las sociedades modernas evolucionar rápidamente en diversos campos de la actividad humana como la medicina, la economía, la justicia, las comunicaciones, entre muchas otras.
La población que accede a estos avances tiene ante sí infinitas y cada vez más veloces formas de allegarse al conocimiento, nos obstante, también el sector social que carece de esas alternativas se sumerge en una mayor brecha para alcanzar su desarrollo.
El reto del mundo moderno es enorme: lograr que las nuevas tecnologías generen mejores condiciones de vida para todos los sectores sociales y que no sólo estén al servicio de algunos. Eso requiere romper con inercias y con visiones arcaicas, y arriesgarse a hacer cambios en la forma de educar a nuestros hijos. La escuela puede hacer esta diferencia.
El aula, un buen comienzo
Las TIC han generado lo que Rafael Vidal (s/f) denomina una nueva forma de sociabilidad, en la que las redes informáticas difunden no sólo información, sino identidades y valores entre los niños y jóvenes que más las utilizan. Desde temprana edad, un gran sector de la población convive cotidianamente con los avances tecnológicos; son un importante mercado, pero además, han generado una nueva visión de organización social, de comunicarse y de entenderse.
Esa potencialidad, llevada con adecuadas teorías pedagógicas, es una enorme beta de posibilidades para las escuelas. Son muchos los ejemplos que existen de cómo la enseñanza de la lectura, matemáticas, escritura y otras áreas con el uso de soportes técnicos, principalmente en las etapas iniciales de la escolaridad, ofrece resultados que son muy gratificantes.
Como lo señala Papert (1995), no se trata sólo de llevar la máquina del saber a las escuelas, como mero mecanismo para enseñar a los niños a leer o a sumar; sino de lograr el megacambio, como el autor lo ha denominado, y ubicarnos en el equipo de los anhelantes para hacer mejores proyectos educativos.
Sin embargo, el enfrentamiento entre mundos es muy evidente. Por un lado, están los que buscan el cambio y, por otro, quienes conservan una visión socrática de la escuela, en la que la figura de maestro que responde a los cuestionamientos de los alumnos es poderosa.
No es que esté mal escribir en el pizarrón o corregir cuadernos, o de enseñar a la usanza decimonónica, pero hay que reconocer que ante las enormes facilidades de acceder a la información, los alumnos tienen ahora frente sí nuevas formas de aprender, mientras que la escuela se ha quedado rezagada y obsoleta, como le ha pasado a otras instituciones sociales. El debate entre la tinta y el Internet ya es historia; lo nuevo es aprender a usar ambos con miras a lograr resultados productivos en el proceso de enseñanza aprendizaje.
Los jóvenes del mundo moderno perciben más alternativas de desarrollo fuera de las aulas; la deserción por aburrimiento se ha convertido en un problema de tipo social. Las estadísticas del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (2008) apuntan que aproximadamente 20% de los jóvenes de 15 años que desertan de su educación es por motivos de insatisfacción.
Reorientar el sentido
Pero también está el encuentro de los otros mundos: los que tienen realmente acceso a las TIC y aquellos que ni siquiera cuentan con luz eléctrica en sus poblados. La pregunta entonces es: ¿cómo construir un sólo camino que lleve de manera paralela a estos mundos hacia un mismo sentido?
El desarrollo tecnológico no debe detenerse. La idea de un movimiento ludista contra computadoras e Internet es arcaica y delirante. Hay muchas investigaciones y ejemplos que ilustran cómo el uso de soportes informáticos en la escuela no sólo logra mejores resultados de la enseñanza tradicional, sino que puede conducir a la formación de una generación de personas mejor dotadas de conocimientos y, por tanto, capaces de llevar y generar desarrollo hacia los rincones empobrecidos.
Myriam Nemirovsky (2004) hace una serie de reflexiones sobre cómo la escuela tiende a permanecer aislada de la vida social porque se rige con premisas propias; los avances tecnológicos son vistos como objetos alejados del contexto escolar.
En cambio, las aulas que cuentan con desarrollo informáticos y en las que se toman en cuenta los aportes de la Pedagogía y de otras ciencias relacionadas con la Lingüsitica y la Psicología, los niños tienden a leer más y mejor, además de tener un mayor nivel de comprensión de sus lecturas. Se les abren otras ventanas para la exploración.
Tampoco se trata de sustituir los libros por las nuevas tecnologías, sino ampliar la gama de alternativas con las que cuentan para leer y escribir. (Nemirovsky, 2004)
A pesar de que el surgimiento de nuevas TIC es acelerado y el acceso de muchos jóvenes y niños a ellos es notable, la mayor parte de las escuelas no se apropia ni de estos aportes tecnológicos ni tampoco de los avances teóricos.
Es una inercia con la que hay que luchar. No se trata sólo de llevar computadoras o Internet a los centros escolares, sino de planear un cambio profundo en la enseñanza que se imparte desde las aulas, que tome también en cuenta las aportaciones de los grandes visionarios de la educación.
Esto es fundamental, porque sólo con una enseñanza humanista, la escuela será capaz de construir personas con conciencia social y visión de las enormes brechas que ya existen. El compromiso de llevar desarrollo debe ser incluyente.
Las TIC no harán el cambio en forma automática, sino que los actores del proceso escolar, como maestros, padres de familia, directivos y alumnos, llevan también su propia responsabilidad. El conocimiento es productivo cuando es compartido y transmitido con sustentos teóricos vanguardistas.
Vivimos en una sociedad globalizada por los medios, y al mismo tiempo sin uniformidad en su desarrollo y su alcance al conocimiento. Las TIC ya entraron a nuestras casas, pero para que su uso sea más creativo y provechoso, el cambio debe hacerse también en las escuelas, de la mano de instructores preparados, con visión humanista, comprometidos a preparar generaciones futuras, conscientes de que tener acceso a la educación es servir a los grupos más desfavorecidos.
La escuela es la institución ideal para hacer de las TIC algo más allá de un nicho mercadotécnico y transformarlas en posibilidades al servicio del desarrollo de otras actividades humanas. Mientras no se cambie la visión, continuaremos con instituciones socráticas y jóvenes futuristas, sin mayor dialéctica entre ambos.
Referencias:
INEE. (2009). Panorama Educativo de México 2008. Indicadores del Sistema Educativo Nacional. México. Recuperado el 23 de enero de 2010 de: www.inee.edu.mx/bie/mapa_indica/2008/PanoramaEducativoDeMexico/AT/AT08/2008_AT08__.pdf
Nemirovsky, M. (2004). La enseñanza de la lectura y de la escritura y el uso de soportes informáticos. Recuperado el 23 de enero de 2010 de: http://www.rieoei.org/rie36a05.htm
Papert, S. (1995). La máquina de los niños. Replantearse la educación en la era de los ordenadores. Barcelona: Paidós
Sisk, T. (2001). Democracia digital en la ciudad del siglo XX. Estocolmo: International IDEA. Recuperado el 22 de enero de 2010 de: http://archive.idea.int/newsletters/2001_10_esp/opinion.htm.
Vidal, R. (2000). Nacionalismo y Globalización: localización-deslocalización simbólica del espacio social. Espéculo. Revista de Estudios Literarios, 11, Madrid. Recuperado el 22 de enero de 2010 de: http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=274518